Las vendas son tan importantes como tus guantes

¿Son tan importantes?

Sí, ese trozo de tela aparentemente simple es, en realidad, uno de los elementos más cruciales del equipamiento de un boxeador. Su uso no solo es obligatorio en competiciones oficiales, sino vital en cada entrenamiento serio. No se trata de una costumbre, ni de un accesorio: es una capa de protección anatómica y funcional.

¿Porqué vendarnos?

La mano humana está compuesta por 27 huesos, más tendones, músculos y ligamentos en constante tensión durante un golpe. Al lanzar un puñetazo, la fuerza del impacto se concentra en una pequeña superficie (los nudillos), lo que hace que cualquier mal alineamiento o absorción inadecuada pueda causar lesiones graves: fracturas metacarpianas, esguinces de muñeca, inflamaciones tendinosas, entre otras.

Las vendas:

  • Estabilizan las articulaciones de los dedos y la muñeca.
  • Distribuyen la presión del impacto para evitar que se concentre en un solo punto.
  • Absorben parte de la vibración tras el golpe, aliviando a ligamentos y tendones.
  • Prolongan la vida útil de los guantes, evitando la humedad directa del sudor.

¿Cuál comprar?

En el mercado hay decenas de opciones, pero no todas cumplen con lo que un boxeador necesita. Elegir mal puede significar incomodidad, poca protección o incluso lesiones.

  • Para entrenamiento diario: Vendas elásticas de 4 a 5 metros. Son cómodas, adaptables y rápidas de colocar.
  • Para sparring o competición amateur: Vendas más largas y firmes, que permitan un vendaje más técnico y reforzado. Algunas ligas requieren vendas específicas, por lo que conviene revisar el reglamento.

Además de las vendas, puedes añadir aun más seguridad a tus nudillos si implementas el uso de geles acolchados:

¿Qué pasa si no usas vendas?

Algunos boxeadores novatos creen que usar vendas es opcional, especialmente en sesiones de saco o sombra. Grave error. Las lesiones en las manos no avisan. Pueden aparecer como molestias mínimas al principio, pero derivar en meses fuera del ring.

Como dice un viejo refrán del gimnasio: “El boxeador no se retira por la cara, se retira por las manos.”

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